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Todos sabemos cuándo es el momento de cambiar las cosas, concretemos en un objeto como el coche, llega un punto en el que somos conscientes de que su vida útil ha terminado. Lo más probable es que nos cueste tomar esa decisión definitiva, más allá del posible freno económico; los sentimientos por él, el cariño de haber envejecido juntos crea una ceguera parcial ante el inevitable hecho de cambiar. Otros sin embargo desearán afrontar ese momento de cambio.

Esta situación sirve como símil para hablar del rediseño de marca de una empresa, porque la ceguera que decíamos en este caso suele ser absoluta, la empresa no detecta que su marca (su coche) no le llevará a ninguna parte.

Tenemos claro que la función de un coche es trasladar a las personas y objetos de un lugar a otro de manera segura. La función de la marca es identificar a la empresa de la manera más inmediata, diferencial y positiva. Pues bien si el coche no nos lleva o nos deja tirados, o lo que es lo mismo la marca no identifica de manera positiva, hay que acudir al concesionario, agencia de branding en la equivalencia para la marca.

¿Pero cómo evitar la ceguera en el caso de la necesidad del cambio de marca? ¿Cómo saber cuándo es preciso el rediseño?

Vamos a explicarlo a través del símil con el coche:

  • El coche no arranca: directamente la marca no sirve como elemento identificador de la empresa. Gráficamente no se recuerda y verbalmente no se usa el nombre o se le identifica por el físico de la persona que trabaja en ella, por su actividad, su localización… Un ejemplo que todos habremos vivido, ese bar que nos salvó un día con un café del que no nos molestamos en mirar cómo se llama porque no ofrece nada destacable más que el café que necesitamos para continuar. Cubre una necesidad básica en un momento concreto y nunca más.
  • El coche te deja tirado a veces: no te identifican correctamente, dicen mal el nombre o te confunden con otro que se dedica a lo mismo. Bien sea porque no se hace fuerza en la marca, porque el nombre no es fácil de recordar, demasiado básico o nada notorio. un ejemplo cualquiera, ese momento en el que alguien da la referencia de una peluquería a un conocido y el nombre no sale de la punta de la lengua. La peluquería es buena, la relación calidad precio es fantástica pero su marca por ser un nombre propio, no es recordable.
  • La gente te propone ir en sus coches antes de ir en el tuyo: tu empresa no es la candidata adecuada para suministrar el producto o servicio porque no transmite la seguridad que precisa el cliente. Esto lo hemos experimentado todos en algún momento especialmente en el sector servicios cuando buscando un dentista, un constructor o un abogado lo que nos topábamos despertaba desconfianza y/o rechazo.
  • Te da vergüenza aparecer en tu coche: la empresa quiere ampliar o alcanzar nuevos mercados o públicos y no es capaz porque no se ve con la fuerza necesaria para llamar a la puerta. Esta sensación de no sentirse el candidato perfecto para afrontar un nuevo cliente puede ser una cuestión de calidad de marca cuando no refleja lo que debe donde debe. Un ejemplo una empresa de SAT que quiere ser partner de una marca mayor y no se atreve a postularse porque le da literalmente vergüenza postularse con la imagen que tiene en ese momento.

Si como empresa te reconoces en alguna de estas ocasiones es el momento de afrontar el rediseño de la marca, un restyling, siempre con una auditoría previa de marca para llevar el cambio en el grado y camino correcto.

Si es tu caso contáctanos sin ningún compromiso en el 981 91 34 88 para darte el mejor vehículo para hacer llegar lejos tu empresa.

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